Salvador Dalí

División del pedo

Aquí se nos plantea un problema.
¿Cómo hacer, se nos dirá, la justa división de un pedo? Naturalmente, nos lo pregunta un incrédulo. ¿Hay que medirlo en anas, en pies, en pintas o en celemines? Ya que quae sunt eadem uni tertio, sunt eadem inter se. No: la mejor solución es la que nos brinda un excelente químico; nada más fácil ni más natural.
Metan, dice, su nariz en el ano; el tabique de la nariz divide por igual el ano; las dos ventanas forman así los dos platos de la balanza de que debe servirse la nariz. Si sienten cierto peso al medir el pedo que sale, es señal de que habrá de pesarlo; si es duro, en anas y pies; si es líquido, en pintas; si es grumoso, en celemines, etc., pero si lo encuentran demasiado pequeño para hacer el experimento, hagan como los vidrieros: soplen en el tubo todo lo que quieran hasta que se haya conseguido el volumen razonable.
Pero hablemos seriamente.
Nosotros dividimos los pedos en vocales y mudos o zullones propiamente dichos.
Los pedos vocales son naturalmente llamados petardos, del verbo "petardear". Consulten a Willichius Jodochus acerca de su tesis sobre el petardo.
Ahora bien, el petardo es un estallido ruidoso, engendrado por vapores secos.
Es grande o pequeño, según la variedad de sus causas o de sus circunstancias.
El gran petardo es vocal pleno, o vocal por excelencia; y el pequeño se llama semivocal.
El gran pedo petardo, o vocal pleno, se manifiesta con un gran estruendo, no sólo debido a la cavidad amplia y espaciosa que lo produce, como la de los campesinos, sino también debido a la multitud de ventosidades causadas por la ingestión de una notable cantidad de alimentos flatulentos, o por la mediocridad del calor natural del ventrículo y los intestinos. Podemos comparar este fénix de los pedos a la explosión de los cañones y de las grandes vejigas, o a la ventosidad de los maricas, etc. La demostración de los truenos por Aristófanes no nos daría sino una idea muy remota; no es palpable como la de los cañones, ni como la detonación para derribar un muro, abrirse paso en medio de un batallón o rendir homenaje a un notable que visita la ciudad.


Extracto de "Diario de un genio", excelente y divertidísima autobiografía de Salvador Dalí.

1 comentarios:

Pablo Guerrero dijo...

Absolutamente Salvador Dali.... lo amo!

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