Epistola 4

23-11-1832

Hermano, la encontré, cerca del castillo, justo a unas praderas cerca del lago, la encontré…Pero la tristeza me invade, pues lo que hallé era ella, pero ya muerta. Si hermano lo que lees es cierto, iba recorriendo un sendero hecho por los pastores y encontré una lápida de frío mármol. En ella había escrito un nombre: “Elizabeth”. Y en la parte superior de la tumba había un lienzo dentro de un pequeño marco con un cristal donde se veía su retrato. La misma mujer que yo perseguí en el lago, que apareció en mi habitación y casi beso…oh amigo, es tan raro todo esto. Pero ya pronto podré irme de aquí, ya casi he terminado el cuadro, parece que esta extraña situación está haciendo que me vuelva mejor artista, voy tan rápido con el pincel y con el trepano como el gran Bernini.
Me despido con un saludo fuerte, dale recuerdos a mi Leonor.


30-11-1832

Ya terminé la obra y de verdad gustó mucho a Voltersborg, en unos pocos días saldré ya de vuelta a Coldtown, y olvidaré todo lo ocurrido estos días.
Sobre Elizabeth no he sabido nada, no la he vuelto a ver, pero mañana me acercaré a su tumba, solo una vez mas, a buscar su retrato, y verla una vez más, solo una vez más.
Gracias al recuerdo de su cara, sea real o no, he pintado como nunca, y necesito ese poder en mis manos.

31-11-1832

No me vas a creer, pero lo que ahora te voy a contar ha ocurrido. Ayer me acerque como te dije a la tumba de Elizabeth. Estuve horas sentado al lado del sepulcro, mirando su retrato, era tan bella… Y tomé la decisión de coger la foto y llevármela. Rompí el cristal y me lleve el pequeño lienzo. Cuando estaba bordeando el lago mirando el retrato absorto en pensamientos que no debo ni puedo contarte, escuché un ruido de chapoteo en el agua.
Elizabeth, salía del agua y se dirigía hacia mí, y yo, totalmente asustado y asombrado, no reaccioné hasta que llegó justo a mi lado, y con una voz tan dulce como el amanecer de primavera, me dijo:
“Galán y bello caballero, te llevas mi retrato que te dará la suerte necesaria para que tus cuadros siempre sean admirados. Pero a cambio te pediré un favor.
Hace muchos años, yo era sirvienta de este castillo, y me enamoré de su dueño en ese momento, Johann Voltersborg. Fue un amor puro, ya que él era viudo por aquellos días, nos amábamos y nos besábamos en el rosal que había antes en la entrada del castillo. Pero su hija nunca aceptó nuestro amor, y después de intentar echarme del castillo y de amenazarme, un día en un ataque de cólera, cuando yo trabajaba en el cultivo, me quitó mi azada y tras una larga pelea, me golpeó la cabeza y acabó con mi vida. Ella le dijo al señor que yo me había marchado por sus críticas y que nunca volvería, y él por tristeza, destrozando el rosal donde nos amábamos, se quitó la vida tirándose desde la habitación donde tú dormías, con la última rosa que quedaba en su mano.
Por eso mi bello ángel, tendrás que desenterrar mi cuerpo de la pared del castillo, y enterrarlo en tumba. Busca en el cuarto de su hija, en la torre norte, en el segundo piso. Necesito descansar en paz.”
Después de esto ella desapareció, sin que yo nada le dijera. Pero sabía que debía ayudarla, para que ella pudiera descansar en paz.
De madrugada me acerqué caminando por los pasillos del castillo iluminado por una vela hasta que llegué al cuarto. Escuche susurros, gruñidos de animales imaginarios, vi sombras invisibles, entes que me rozaban y me empujaban. Tenía tanto miedo que pensé en volver al cuarto, pero pensaba en Elizabeth, en todo lo que había pasado…Y seguí hacia delante. Con suerte encontré la puerta abierta, la habitación estaba vacía y pude acomodar la vela y encender dos lámparas mas grandes que iluminaron la sala.
Inspeccioné el cuarto hasta que encontré en una de las paredes unas piedras que no concordaban con las demás, las golpeé fuertemente. Tuve mucho miedo por que el ruido era fuerte y podría despertar a alguien, pero con solo dos golpes la pared se rompió, y allí encontré los restos de la bellísima Elizabeth.
Corrí a su tumba, con una fuerte ventisca que golpeaba mi cara fuertemente, pero tras enterrar sus restos en su tumba, fui muy feliz.

1-12-1832

Ya estoy en Dresdorg, en unos pocos días estaré con todos vosotros otra vez, pero he de contarte otro hecho extraño que me ocurrió justo cuando me preparaba para irme.
Me esperaba el carruaje en la puerta del castillo, Voltersborg parecía muy feliz con el cuadro. Pero justo cuando me estaba montando y despidiendo de él, me dijo:
-Me ha gustado el nuevo personaje que has introducido en el cuadro, muy fantasmagórico, aunque me gusta. Lo que no se cuando lo hiciste…
Tan sorprendido estaba que me excusé con que me había dejado un objeto de valor en el cuarto y fui a ver el cuadro que Voltersborg había colgado en el gran salón ceremonial. Y un grito de sorpresa salió de mi alma, en el cuadro que yo había pintado, en el lago que adornaba la imagen del Voltersborg a caballo, estaba ella, mirando hacia el cielo, con una rosa en la mano.
Nunca olvidaré su rostro, su voz dulce, y su bello cuerpo, oh amigo, increíble historia que me ha ocurrido.

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