La victoria del arte


Un día te levantas y descubres que todo lo que crees, aquello que te puede deparar las mejores sensaciones de tu vida, incluso llevarte al orgasmo sensitivo, es un continuo morderse a si mismo.
El arte lleva milenios auto insultándose, cada generación reniega de la anterior, pero a pesar de ello, siempre se ven las continuas influencias de los predecesores. Como podríamos entender una obra realista sin ver como lucha contra las fantasías románticas. El arte se odia, tanto que no se deja matar del todo, para hacerse sufrir. El arte continuamente llora, lucha, nunca siente la victoria y posiblemente nunca la sentirá. Y demos gracias a que nunca llegará a ganar, nunca vencerá, por que si eso sucede, la existencia del arte llegará a su fin.
El arte morirá.
Cuantas veces he escuchado “¿Para qué necesitamos el arte?”. Y siempre, enojado y maltrecho en mi alma, contesto “¿Para qué necesitamos tu existencia?”. No soy quién para elegir lo que es funcional o no funcional, y si como historiador del arte tengo que defender la FUNCIONALIDAD del arte, me retiro a mi habitación con incienso y versos de Becquer. No hay una funcionalidad en algo que su razón es a belleza, los sentimientos(procesos químicos o neurológicos, como se quiera llamar), el dolor, la angustia y la lucha, eterna lucha. No puedo defender el por que el arte es necesario, no creo que deba hacer eso, por que no tengo que hacerlo. El arte es algo mucho más importante y superior que lo práctico, el arte surge como una llama que aparece de la nada, el arte es importante por lo que es, y no lo por lo que hace.

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